Publicado: 22 de Septiembre de 2017

¿Qué sabemos del impacto de los cambios vitales positivos que se dan tras pasar por un cáncer?

Los medios de comunicación informan, desde hace ya unos años, de los importantes avances médicos para el tratamiento del cáncer,  así como de las crecientes tasas de supervivencia.  Esta mayor supervivencia, sin embargo, no se traduce directamente en un mayor bienestar o calidad de vida. De hecho, más de un tercio de los pacientes de cáncer manifiestan un  grado de malestar psicológico mantenido importante. Por este motivo, la psicooncología, tradicionalmente, ha centrado sus esfuerzos en tratar estos síntomas para reducirlos, regularlos o controlarlos.

En los últimos años, y ligado al movimiento de la psicología positiva, el foco de atención psicológica en cáncer se ha ampliado de lo disfuncional o deficitario a elementos clave del funcionamiento psicológico positivo en la adversidad, como son las fortalezas y virtudes humanas o la capacidad de dar cambios vitales positivos (crecimiento) en la enfermedad.

 

Estos cambios vitales positivos se han descrito mediante conceptos como el de crecimiento postraumático (CPT). Este fenómeno tiene especial cabida en el cáncer, dado que describe los cambios personales positivos que pueden aparecer tras una experiencia potencialmente traumática, como puede ser esta enfermedad. Estos cambios se agrupan en cinco áreas –consideración de nuevas posibilidades en la vida, mejora en las relaciones personales, mayor importancia a la propia espiritualidad, mayor fortaleza personal y mayor apreciación por la propia vida – y se han vinculado a una mayor adaptación a la enfermedad, menor malestar emocional y menos sintomatología postraumática.

En ese sentido, han surgido preguntas como: ¿hay personas más propensas a desarrollar crecimiento postraumático que otras? Así parece. Los estudios realizados señalan algunas características personales, sociales y médicas facilitadoras de este crecimiento. Así, los pacientes para los que el cáncer significa una mayor ruptura de sus planes de vida (personas jóvenes), o que tienden a mostrar una mayor afectación emocional (generalmente mujeres) desarrollan crecimiento más fácilmente. De igual forma, contar con un soporte social de calidad es un facilitador del desarrollo de CPT, al igual que tener algún tipo de afiliación religiosa, dado que ésta habitualmente supone también mayor soporte emocional por parte de los otros creyentes y de la propia creencia en Dios. Las características médicas no parecen tener un rol tan claramente inductor de crecimiento, aunque parece que los pacientes en estadios medios de la enfermedad (estadios II y III) se encuentran con una combinación de incertidumbre y amenaza potencial que también fomenta la realización de cambios vitales positivos.

Por otro lado, desde la psicología se plantea un reto fundamental en este ámbito: ¿se puede facilitar el crecimiento en supervivientes de cáncer a través de un tratamiento psicológico? Nuestro grupo de investigación así lo ha constatado. En 2010 desarrollamos el programa de psicoterapia positiva grupal  en cáncer (PPC), con el objeto de facilitar la adaptación psicosocial fomentando el crecimiento en pacientes, cuidadores y otras personas significativas. Se trata de un programa de 12 sesiones semanales de 90-120 minutos que se lleva a cabo en grupos de 8-12 supervivientes de cáncer con problemas de adaptación. La terapia está dividida en cuatro módulos: los dos primeros favorecen lo que se llama el proceso de asimilación de la experiencia oncológica, es decir, se busca un re-equilibrio emocional y un mejor afrontamiento de lo vivido; los dos módulos restantes es dónde se potencia el crecimiento facilitando los procesos de acomodación y transformación personal tras la enfermedad. En esta fase se promueven los cambios profundos en la visión de uno mismo, de los otros y del mundo como resultado del cuestionamiento que la enfermedad produce (mortalidad, relaciones significativas…).

Los resultados de la PPC son prometedores, dado que, además de favorecer el desarrollo de crecimiento, reduce los niveles de estrés postraumático y de malestar emocional (Ochoa, Casellas-Grau, Vives, & Font, 2017). Incluso, resultados preliminares que estamos pendientes de publicar muestran que la PPC puede inducir esta reducción de una forma más eficaz que otras terapias cognitivo-conductuales centradas en el control o manejo del estrés.

Cabe decir que las ventajas que conllevan estos resultados van más allá del incremento del crecimiento y la reducción de malestar y estrés postraumático, ya que las personas que desarrollan crecimiento tienden a mostrar mejor calidad de vida,  adoptar estilos de vida más saludables, y  cuidar más de los aspectos médicos en relación a la enfermedad que han sufrido.

Infocop | 18/09/2017